De Alianzas y traiciones
Por: Rafael Salas Vázquez
Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición. – François de la Rochefoucauld
Durante siglos los tlaxcaltecas han cargado injustamente el “San Benito” de traidores. La traición en sí misma es considerada un acto deleznable, digna de todo tipo de repudio; sin embargo, cuando su origen es descontextualizado, aquel que la señala se convierte en un calumniador.
Me sorprende que a casi quinientos años de la conquista de México, prevalezca el mito de la traición tlaxcalteca. Los descendientes de la soberana república, adquirieron este origen de denominación en México, esta carga (como cualquier prejuicio de bases étnicas) acarrea repercusiones del tipo: social, económico y cultural. Denominación que ha golpeado trágicamente a uno de los pueblos que conforman el corazón de nuestra nación. Reconocidas figuras de la literatura latinoamericana han estudiado este curioso fenómeno: Antonio Tenorio Adame, con su rica y profunda biografía de José Miguel Guridi y Alcocer; Willebaldo Herrera Téllez en su obra “El Camaleón de Viento; Octavio Paz y Christopher Domínguez Michael, entre otros.
Coloquemos en perspectiva entonces. ¿Que es la traición? Sino un fenómeno de transposición de pensamientos, teorías o deducciones posteriores de un pasado inexistente, el pasado de un país que no existía; sólo reinos enemistados a muerte.
Y SIN EMBARGO EL PASADO NOS ALCANZA.
He visto consternado y con preocupación, voces “progresistas” que pretenden acusar de traición al heroico Javier Sicilia, por dar la mano al presidente de la república. ¿No acaso, es un logro de magnitudes históricas lograr sentar a un mandatario mexicano, en una mesa de diálogo? Pienso que, precisamente; ahí radica el futuro de una nueva ciudadanía, que deberá ser educada en la negociación y la conciliación de acuerdos fructíferos.
Alianzas y traiciones, se han justificado en todos los palcos y en todas las arenas. Deberíamos guardar nuestras reservas ante aquellos que griten “Si no estás conmigo, estás en contra mía”. ¿Porqué en lugar de señalar a nuestro prójimo, le invitamos a nuestra mesa a negociar? Un ejercicio de harta urgencia en nuestro convulsionado México.
Si la historia es escrita por los vencedores; la traición la imputan (no con poca frecuencia), aquellos que primero la han administrado.